Diana Gold trae a su nuevo amiguito a una habitación de hotel donde le va a dar caña. Tarda más bien poquito en abrirse de piernas, subirse la falda tejana y esperar a que le coman ese coño deseoso de rabo. Una comida brutal donde Diana no para de gemir y mojarse. Parece que a ella también le entra hambre y se dispone a mamar como una loca la polla de su compañero. Los dos están cachondísimos y empiezan a follar desnudos. Eso sí, ella solo lleva puesto unas botas de látex hasta las rodillas que te ponen tieso. Diana, que va más caliente que el palo de un churrero, se deja hacer de todo, tanto por su coño rosadito como por su culo monumental. Al final de este polvazo, ella se lo traga todo, todo. ¿Lo mejor? El efecto blanco y negro de la escena y las tetas de Diana Gold que te hipnotizan. Hazme caso.
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