Aquél día dejé el Hummer en el jardín de mi mansión de Ibiza. Tenía dos nuevas chicas de servicio, Vanessa May y Boroka, y quería que me limpiasen el coche con la manguera. Así que se pusieron con la tarea pero enseguida como las buenas guarrillas que están hechas empezaron a tirarse el agua la una a la otra. Espectaculares como estaban no pude reprimirle decirle a un amigo que estaba de visita que se viniese a abordarlas, que estaba seguro que nos la follábamos, no en vano tengo buen ojo para contratar al servicio, así que fuimos y efectivamente, nos montamos una orgía, el eco de cuyos gemidos todavía retumba en Ibiza con sus dobles penetraciones, su dosis de anal y sus corridas faciales que las chicas, como no, se tragaron con gusto. Recordadme que os invite, a los ricos estas cosas se nos olvidan fácilmente.
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