Vanessa había tenido un mal día, la clientela era escasa y su negocio no acababa de funcionar, además su novio era un calzonazos, un hombre sin carácter inadecuado para una mujer de su temperamento. En cuanto apareció la banda de moteros, los piratas, el pobre diablo desapareció corriendo, dejando a su novia en manos de aquellos salvajes y aunque Vanessa les hizo frente no tuvo más remedio que claudicar ante las amenazas, si no les servía cerveza le destrozarían el bar, por desgracia no le quedaba ni una sola botella. Así que decidió ofrecer su cuerpo para salvar el bar, así aquellos desalmados se aprovecharon de ella perforándola con su enhiestas pollas por todos sus orificios que la pobre Vanessa recibía en su voluptuoso cuerpo, fuera por el coño, por el culo o por los dos a la vez hasta llevarse un buen bukkake que, a pesar de todo no le sirvió de gran cosa porque la banda le destrozó el lugar dejándola sola y abandonada, pero, eso sí, bien repasada.
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