Tiffany Hopkins pasea con sus andares de diva por la calle seduciendo incluso a los más conservadores. Se sienta en una terraza para tomarse un café y en la prensa lee un anuncio de una empresa que se dedica a hacer realidad los sueños de sumisión que tiene toda diva que se precie, como ella. Así que llama, la suben a un tejado y la meten en una jaula, la llevan con una correa como a una perra, le tiran basura por encima e incluso le dan algún azote. Con tantas humillaciones se pone como una moto y empieza a comerle los miembros a sus carceleros que pronto le están follando el culo salvajemente y corriéndose en su boca y en su coño de una manera muy especial que pronto verás y lanzándole caramelo por todo el cuerpo. Después de lo cual Tiffany se siente feliz por haber sido dominada y tratada como a una vulgar perra.
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